Un huracán revolvía mis tripas
no sentía compasión de mi existir
ni nada conformaba éste desaliento
que cada vez movía mas mis raíces.
La fatiga suelta la sabia, endurece la resina
deshidratada la piel, no puede avanzar
ni los pasos son continuos
todos lo observado es turbio
la vista a perdido el color.
Languidecen los sentidos
se reseca el habla
la mente tartamudea
el entorno contamina
la multitud fastidia.
Un cuarto oscuro es lo mejor
llantos que desgarran las sombras
silencios de muros vacíos
pintados de rabia y tristezas
decorados de orgullo y soberbia
Nada camina por si solo
la inercia vacía la mirada
a un portal de recuerdos
allí, todo se detiene
sin compasión, sin esperanzas.